VI. Conclusión
Creemos que el léxico de Dibujo ha de aparecer no sólo en los lexicones específicos de Bellas Artes, sino que se ha de ver reflejado en el DRAE, ya que amplios sectores sociales lo utilizan, incluso lo extrapolan al lenguaje cotidiano, ya que la lexicografía ha de reflejar lo que el hablante utiliza.
Tal vez esta sea una pequeña aportación a tan vasto empeño. En un futuro próximo los lingüístas han de prestar mayor interés por nuestro léxico de lo que hasta el presente vienen demostrando. No obstante siempre será necesario acudir a los especialistas en cada rama o materia para indicar con precisión el uso de las palabras.
Creemos que tras una ojeada a nuestro lexicón se aprecia que la investigación ha transcurrido a la par en dos aspectos: el lenguaje verbal y el lenguaje visual, pues de este se extrae la consecuencia para aquel. Es decir, a partir de una experiencia en la práctica con el lenguaje visual se llega a un término o una expresión para definirlo.
En la práctica, casi siempre hemos partido del término conocido para luego elaborar la imagen que lo ilustra. En pocas ocasiones la imagen ha sido el motor, el interrogante para llegar al término.
No creemos haber abarcado la totalidad del léxico del Dibujo. Mil entradas no hacen más que constatar la importancia de un lenguaje especializado dentro del conjunto del español actual. Y dado que el lenguaje visual está cada vez más presente en el pensamiento, pues actualmente nuestra cultura tiene cada vez más que ver con la imagen, el léxico se seguirá ampliando en este campo del saber y hará falta ampliar mucho más este incipiente campo de investigación.
NOTAS A LA INTRODUCCIÓN
1. Por ejemplo :
Hazan, F. Lexicón de Pintura Moderna. Buenos Aires, Kapelusz, 1965.
Piéron, H. Lexicón de Psicología. Buenos Aires, Kapelusz., 1965.
Vera. F. Lexicón de Matemática. Buenos Aires, Kapelusz, 1966.
Fernau, J. Lexicón de Pintura Antigua. Buenos Aires, Kapelusz, 1970.
Seuphor, M. Lexicón de Pintura Abstracta. Buenos Aires, Kapelusz, 1965.
2. Entre la bibliografía consultada, para M. Alvar Ezquerra en “¿Qué es un diccionario? Al hilo de las definiciones académicas” en Lingüística Española Actual II, 1 (1980), p. 115, en las clasificaciones de las obras lexicográficas no menciona la palabra lexicón en cambio incluye “léxico” como la obra lexicográfica que se ocupa de las voces de un autor y su obra, especialmente literaria. Esta fuente la citan Claudio y Javier García Turza, Fuentes Españolas Altomedievales. El códice emilianense 46 de la Real Academia de la Historia, 1er. Diccionario Enciclopédico de la Península Ibérica. Real Academia de la Historia. Madrid, Caja Rioja, 1997.
3. M. Alvar Ezquerra debió cambiar posteriormente de opinión, pues en su libro La lengua de ... Universidad de Alcalá de Henares, 1993, encontramos: “porque una cosa es redactar un lexicón para médicos, otro para técnicos de informática (..) y otra cosa muy distinta es considerar qué debe acceder a un diccionario para todos los hablantes y no para un mundo especializado”, p. 50. Obsérvese que utiliza lexicón como sinónimo de diccionario.
4. “Recordemos (...) que de la lexicografía se sabe tan poco que muchas personas, incluso algunos filólogos, aún confunden lexicografía y lexicología, y esta confusión se refleja todavía en ciertas bibliografías lingüísticas.
“La lexicología es el estudio científico del léxico, en realidad es una disciplina que combina en sí elementos de etimología, historia de las palabras, gramática histórica, semántica, formación de palabras y, para algunos autores, también elementos de estructuralismo cuando se estudia el léxico de una lengua como un sistema estructurado.
“Es cierto que un buen lexicógrafo necesita saber mucha lexicología, pero su tarea es otra: la de elaborar diccionarios; por otro lado, no se puede concebir una lexicología que no tenga en cuenta datos lexicográficos.”(...)
“Hoy en día se distinguen ya claramente la lexicografía práctica, la elaboración de diccionarios, de la lexicografía teórica, llamada también metalexicografía. Esta última estudia la historia de los diccionarios, su estructura, su tipología, su finalidad, su relación con otras disciplinas (lexicología, sociolingüística, semántica, estadística e informática), la metodología de su elaboración y se dedica a la crítica de diccionarios.” Haensch, G. Los diccionarios del español en el umbral del siglo XXI. Universidad de Salamanca, 1997, pp. 29 y 30.
5. Haensch, G. y otros, en La lexicografía. De la Lingüística teórica a la lexicología práctica. Ed. Gredos. Madrid, 1992. Establece la diferencia entre diccionario semasiológico, que ordena las entradas por significantes; y diccionario onomasiológico, que las ordena por significados (p. 165). El nuestro es semasiológico. Para salvar la dificultad de los significados afines o grupos de conceptos correlacionados, se acude a las familias de palabras.
6. Pacheco, Francisco. Arte de la pintura, su antigüedad y grandeza. Sevilla, 1649. Martínez, Jusepe. Discursos practicables del nobilísimo Arte de la Pintura. Ed. de V. Carderera y Solano. Madrid, 1866. (Aunque la primera edición es de 1852, el autor vivió de 1602 a 1682).
Palomino, Antonio. Museo pictórico y escala óptica. Madrid, 1724. Edición consultada: ed. Aguilar, Madrid, 1988. (Es la obra que más repercusión ha tenido y ediciones ha conocido, sobre todo por los datos historiográficos que aporta su autor, el cual vivió de 1655 a 1726).
7. “(...) cuando la palabra deja de ser exclusiva de un tecnoleto para pasar con pleno derecho a la lengua común y estas fronteras en la lengua permanecen difusas a veces durante bastante tiempo. Por otra parte, la popularización del término no suele implicar que deje de funcionar como tecnicismo”. A. Fajardo Aguirre. “La marcación técnica en la Lexicografía Española”, Revista de Filología de la Universidad de La Laguna 13 (1994), pp. 141-142.
8. “Los problemas de la selección del léxico técnico en un diccionario deben ser resueltos por la competencia del lexicógrafo, ayudado por el sentido común, la observación atenta y la documentación precisa.” A. Fajardo Aguirre. Op. cit., p. 142.
9. Véase: Jiménez Serrano, O. “El papel de la terminología”, en III Jornadas Internacionales sobre estudio y enseñanza del léxico. Granada, 1997, p. 279.
10. Hago extensiva a toda obra lexicográfica lo que otros autores consideran solo para aquellas que pretenden una finalidad didáctica, como es el caso del presente lexicón:
“Son pocos los diccionarios que insertan en la definición la información sobre la marcación técnica de la palabra de una manera regular. Esta práctica está justificada cuando se trata de diccionarios con una finalidad didáctica, en los que la sencillez y facilidad de acceso debe estar incluso por encima de la pura sistematicidad lexicográfica.”A. Fajardo Aguirre. Op. cit., p. 139.
11. Una guía completa sobre la elaboración de un lexicón se puede encontrar en: Haensch, G. y otros. Op. cit. Texto eminentemente didáctico donde se elogian los estudios introductorios: “Frecuentemente ignoramos el gran provecho que se puede sacar de un diccionario porque no nos tomamos la molestia de estudiar su parte introductoria” (p. 11). Además de hacer un repaso al análisis semántico de la lengua, el triángulo de Odgen & Richards, y más tarde el “trapecio” de Klaus Heger. Señala la distinción entre diccionarios lingüísticos y no lingüísticos (“El diccionario de la lengua da indicaciones sobre todas las peculiaridades lingüísticas de la voz, mientras que el diccionario de cosas amplía la información sobre materias”, p.129); semasiológico (ordenado por significantes) y onomasiológico (por conceptos); estudia la macrounidad y la microunidad con una propuesta para la elaboración de la entrada, donde además apunta: “En lugar de interpretar la función de la técnica de descripción lexicográfica según las distintas teorías del signo lingüístico o según metateorías sobre la metalengua lexicográfica, que, todas ellas, nacieron mucho después de las convenciones de la práctica lexicográfica misma, nos parece más razonable tener en cuenta, no carente de fundamento, de que no todos los autores de diccionarios son o han sido partidarios de una u otra teoría semántica o metateoría de la lexicografía y que incluso muchos de esos autores se preocupan o se han preocupado muy poco por teorías lingüísticas.” (p. 271). También nos habla de homonimia y polisemia, entre otros aspectos.
Puede consultarse también, a este respecto:
Porto Dapena, A. Manual de técnica lexicográfica, Madrid, Arco/Libros, 2002.
El interesantísimo y extenso material bibliográfico que viene desarrollando M. Alvar Ezquerra, entre el que destacamos Lexicografía descriptiva, Barcelona, Bibliograf, 1993.
Ahumada Lara, I. Aspectos de lexicografía teórica (tesis doctoral). Universidad de Granada, 1989. Esta tesis presenta las cuestiones de la macrounidad y la microunidad.
Casares, J. Introducción a la lexicografía moderna, Madrid, 1992 (3ª edic.).
Seco, M. Introducción a la lexicografía española, Madrid, Paraninfo,1987.
12. “En la mayoría de los diccionarios de las grandes lenguas de cultura de origen europeo (como, por ej, el español) no se toman como lemas monemas, sino ‘palabras’ (llamadas en español, a menudo, también ‘voces’ o ‘vocablos’). Desde luego, un monema puede aparecer como lema cuando una palabra se compone sólo de un monema. Como es natural, aquí surge la pregunta de qué es una palabra. Sobre este tema existe una bibliografía abrumadora en la lingüística puramente teórica. Pero es sorprendente el hecho de que la pregunta por una definición apropiada de la unidad ‘palabra’ haya dado lugar a un sinnúmero de respuestas totalmente distintas, y que ninguna de las muchas soluciones propuestas hayan encontrado gran acogida, como ha ocurrido, por ej, con las distintas definiciones de los conceptos de ‘monema’, ‘morfema’ o ‘lexema’ (...) el tratamiento teórico de este problema ha tenido hasta ahora poca influencia sobre la sistemática de la lexicografía práctica.” Haensch y otros. Op. cit., pp. 219-222.
13. He consultado la magnífica obra de Joan Corominas: Diccionario Crítico Etimológico Castellano Hispánico. Ed. Gredos. Madrid, 1987, seis tomos, máxima autoridad en este campo.
En nuestra materia el origen de las palabras nos ayuda, a veces, a entender su significado, por ej. la palabra estera al tener el mismo prefijo que estéreo nos indica que originariamente estos objetos se realizaban (se siguen realizando en Hispanoamérica) con dos haces de juncos o cañas que se entrelazaban. Así se entiende que estereocromo se refiere a dos imágenes “entrelazadas” que se visualizan a la vez. Aunque en la mayoría de los casos este interés es relativo, y por ello no se incluye.
14. Cabré, T. La terminología: teoría, metodología, aplicaciones, Barcelona, Antártida Empuries, 1993, p. 365.
15. A este respecto tenemos que citar la tradición filológica española de estudiar los nombres no separados de las cosas, es decir estudiar conjuntamente el nombre con la imagen. Este lexicón no es un diccionario por la imagen pero cabe su mención como antecedentes de todos los diccionarios y enciclopedias ilustrados. “El diccionario por la imagen (o diccionario pictórico, diccionario pictográfico o diccionario visual) es ya muy antiguo. La primera obra de este tipo, que tuvo un éxito enorme (...) es la de J.A. Comenius, Orbis sensualium pictus, publicada por primera vez en latín en 1658.”
“El primero de los diccionarios [por la imagen] en español se publicó en Leipzig en 1940: Scheppelmann, Th. Duden español. Diccionario ilustrado de la lengua castellana”, Haensch, G. Op. cit, p. 77.
En cuanto a los atlas lingüísticos que asocian nombres a imágenes de cosas (se refiere a nuestra variedad geográfica), citamos: Alvar M, Llorente, A., Mondéjar, J., Salvador, C.. Y otros. Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (ALEA). Sevilla, 1961, que consta de seis tomos.
Merece también especial atención por su fecha temprana de aparición, en el ámbito del español, la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Espasa Calpe, publicada en 1908, si bien las ilustraciones litográficas aparecen en sólo un 5 % de las entradas, aproximadamente.
16. El trabajo terminológico consiste en “recoger las denominaciones que los usuarios de una lengua utilizan realmente para referirse a un concepto, y, en último término, si esas denominaciones reales no existen o son insatisfactorias, proponer las alternativas de denominación para los casos que los hablantes no hayan resuelto bien”, T. Cabré. Op. cit., p. 264.
(...) “Cuando una lengua de especialidad no posee la denominación necesaria para expresar un concepto (...) debe crearse una nueva forma de denominación para expresar el nuevo concepto.”
Op. cit., p. 443.
17. El procedimiento para la formación de neologismos es por acronimia, esto es, “a partir de extremos de los componentes léxicos de un sintagma o denominación”. Martínez de Sousa, J. Diccionario de lexicografía práctica, Barcelona, Bibliograf, 1995, p. 26.
18. Ideal. Granada, 12 de abril de 2001, p. 7.
19. Moreno Montero, J.M. “La actitud de Haring, un artista del graffiti”. Granada 2000, Granada, 28 de junio de 1990, p. 8.
20. A este respecto son interesantes los diccionarios manuales, “la Academia tiene arbitrados los medios de adopción: el Diccionario manual que “añade un considerable caudal de vocablos de uso común, neologismos de carácter técnico, voces del argot más en boga, etc., y las acoge consciente de que puede ser un léxico en fugaz paso por la lengua general”. Este es un proceso necesario: esas palabras podrán desaparecer sin dejar otro rastro que el efímero de un uso limitado, pero podrán generalizarse en su empleo y ese repertorio no normativo habrá sido la antesala para acceder al Diccionario usual”, Alvar, M., (1993), op. cit, p. 64.
21. En la última edición del DRAE no aparecen “graffiti” ni “grafiti”, como tampoco “colaje”.
22. Vid. Benito, J.B. y otros. Diccionario del Dibujo y la Estampa. Vocabulario y tesauro sobre las artes del dibujo, grabado, litografía y serigrafía, Madrid, Calcografía Nacional, 1996.
23. Gerard David (1460 – 1523) representa con crudo realismo al juez Sisamnés siendo desollado vivo. José Ribera (1591 – 1652) hizo muchas versiones del martirio de San Bartolomé y varias de Apolo desollando a Marsias.
24. Storyboard viene recogido en el Diccionario de expresiones extranjeras de Gregorio Doval, Madrid, Ediciones del Prado, 1996. (Aunque sólo se refiere a su utilización en videopublicidad); en el Diccionario de usos y dudas del español actual de José Martínez de Sousa, Barcelona, Vox, 2001, aparece “story” (en su última acepción: historieta). Entre los manuales de reciente publicación:
-“Stroryboard” (sic). Equipo Arena. Educación Plástica y Visual. 3º ESO, Sevilla, La Ñ, 2002, p.183.
-“Story-board”. Pérez Sanjuán, F. Educació Plástica y Visual. Educación Secundaria. 3, Madrid, Anaya, 2002, p. 117.
-“Storyboard”. (Incluido como término de uso norteamericano). Calvo Montoro, S- Díaz Jurado, E. Educación Plástica y Visual. 4, Madrid, McGraw-Hill, 1996, p. 22.
-“Storyboard”. Rodríguez, I. y otros. Educación Plástrica y Visual. Secundaria.4, Madrid, SM, 1998, p. 213.
La ilustración de la entrada se refiere a un storyboard de Carlos Saura para un largometraje, como puede comprobarse, apareció en una revista de divulgación.
25. Al respecto de las fronteras entre las diferentes disciplinas y materias, ha escrito A. Tàpies: "hoy no son claras aquellas distinciones de los diferentes géneros (dibujo, pintura, escultura, etc.) que hacían los académicos, y es evidente que necesitamos un discurso diferente para expresarlos, como también necesitamos algo más que unas líneas demasiado puras, unos colores demasiado primarios o el soporte exclusivo de la tela, por más que los hayamos aplaudido y que reconozcamos que fue muy útil la limpieza practicada por algunos maestros de vanguardia”, cita traducida de L’art i els seus llocs en Borràs, M.L. Tàpies, materia, signos, evocación y poesías, Granada, Caja de Granada, 2002, p. 24.
26. Virar lo he encontrado utilizado para referirse a una acuarela de Turner: “Turner fue grande en los ingraves teñidos de malva, de amarillo pálido, de grises virados al violeta.” Andrés Ruiz, E. “El rumor íntimo de Turner” en Blanco y Negro Cultural. Nº 556. 21 de septiembre de 2002, p. 25.
27. Mencionar, entre muchos otros posibles, los excelentes lexicones ilustrados de
Putnam, R.E. – Carlson, G. E. Diccionario de Arquitectura, Construcción y Obras Públicas. Inglés-español. Español-inglés, Madrid, Parfaninfo, 2001 (7ª edición), título original, Architectural and Building Trades Dictionary (1982), y Merino, M. C. Diccionario terminológico-gráfico del léxico de la construcción. Español-inglés, inglés-español. Universidad de Burgos, 2001. (Me refiero a este último, pues el lenguaje técnico que utilizan los arquitectos es el ‘léxico de la construcción’).
28. Esto implica el criterio de circularidad de la definición lexicográfica. Entendido de esta manera es muy provechoso a la hora de la utilización de un lexicón. En este trabajo, por el contrario, se ha evitado “la definición en círculo vicioso, es decir, cuando dos o más palabras se definen unas a otras sin que sea posible hallar el significado de ninguna”, Martínez de Sousa, J., op. cit., p. 63.
29. “Con el fin de orientar a mis alumnos, en 1981 elaboré el "Lexicón básico para el alumno de dibujo de B. U. P.", publicación de régimen interno del instituto donde entonces trabajaba, que se repartía entre el alumnado y que se utilizaba como texto. Consistía en una recopilación de palabras extraídas literalmente de tres diccionarios y tres manuales de dibujo. Eran palabras elementales que se suponen en el léxico de un bachiller, referidas a nuestra materia, por ej. cubo o arbotante.
“Me resultó de gran utilidad para inculcar a mis alumnos la necesidad de no desconocer los términos básicos provenientes del dibujo. Acostumbro a ponerles ejemplos de la vida práctica, para demostrarles que el desconocimiento de tales términos los convertirían en analfabetos de hecho; "Si alguien llegando a tu pueblo te pregunta por donde entra a la calle paralela..." o "Si oyes decir que tal persona ha cambiado diametralmente de vida.", etc.
[Al referirme a ‘analfabetos’, estoy haciendo referencia al analfabetismo visual, es decir, a aquellos que no saben ‘leer’ la imagen]
“Al tratarse de una recopilación de otras obras, sólo podía publicarse en régimen interno. La obra se imprimía ciclostilada, y esto imponía unas limitaciones. Al dirigirse a un público adolescente, el contenido venía reducido a sus posibilidades de comprensión. Pese a ello, el intento avivó mi imaginación; continuamente hacía correcciones de las definiciones contenidas que luego dictaba en clase; añadí un apéndice el segundo año, y, en fin, al cabo de cinco cursos la revisión era tan completa, que lo hacía inservible a mis ojos. Empero, me quedó en el ánimo el deseo de realizar alguna vez un lexicón original con miras más amplias”, Introducción al trabajo de Investigación Lexicón de Dibujo: El grafismo y la creación bidimensional, Universidad de Granada, 1999, p.5.
30. Vid. Espejo Muriel, M.M. Los nombres de color en la Naturaleza. Publicaciones de la Cátedra de Historia de la Lengua Española (Series Léxica), Granada, Universidad de Granada, 1996, pp. 420 y 429. Se refiere a ‘frutos y flores de color morado’. Según la investigación realizada, no se recoge la designación del mismo en el medio artístico y académico que verbalmente se aplica a borracho de color y que se refiere ‘al efecto que produce en una obra la aplicación de colores con contraste, sin criterio aparente y que parecen inadecuados’.
31. “Las palabras son unidades léxicas que pertenecen por naturaleza al sistema lingüístico, en tanto que portadoras de significados de base estrictamente lingüística; los términos designan realidades de naturaleza extralingüística (...) que incorporamos al juego elocutivo por vía de la experiencia, del conocimiento”. Mondéjar, J. “Sobre palabras y términos ( «Wortfeld» frente a «Sachfeld» )”, Prólogo a la obra de María del Mar Espejo Muriel, Los nombres de los colores en español. Estudio de Lexicología estructural, Granada, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada, 1990, pp. 11-34. Este artículo fue publicado en la Revista Española de Lingüística (RSEL, 1991, pp. 11 – 34), p. 20. En él, no sólo se intenta llegar a la raíz de las cuestiones lexicológicas, sino que plantea una visión filosófica de implicaciones ideológicas (se alínea con las tesis aristotélicas como fundamento de su propuesta).
Popularmente, en el ámbito del español, términos y palabras se entienden de una manera bien precisa. Dice un refrán: ‘Las palabras se las lleva el viento’. Sirva un ejemplo para ilustrar su uso: “No habléis tanto, que las palabras se las lleva el viento; escribirlo en términos bien precisos”. Por lo tanto, se refiere a palabras, como aquello que se habla, mientras que aquello que se escribe se denomina términos.
32. Moreno Montero, J. M. “El dibujo. Una definición”, en Actas V Simposio de Profesores de Dibujo y Artes Plásticas, COLBA, Sevilla, 2000.
33. Consúltese también las interesantes observaciones que al respecto hace U. Eco: Signo, Barcelona, Labor, 1976.
34. Este lexicón no es un diccionario de fraseología, pero, como puede verse en los ejemplos citados, la fraseología es una parte importante de este trabajo lexicográfico, ya que el ejemplo que sucede a la definición es a veces necesario para que quien consulte una determinada voz, pueda saber cuál es su uso, ya que los lenguajes especializados crean su propio uso. Hacemos especial hincapié en los ejemplos, fundamentalmente coloquiales, que tomando la voz de nuestra especialidad extienden su uso a otros ámbitos. Es a lo que Haensch se refiere cuando habla de las palabras en su contexto (parte sintagmática): “Por lo que se refiere al vocabulario técnico en sentido amplio ya hemos apuntado que éste no queda hoy limitado a determinadas profesiones o esferas de la vida humana, sino que penetra cada vez más en la lengua general, dando incluso lugar a la formación de expresiones metafóricas de uso común.” Haensch, G. y otros, op. cit., p. 145. En nuestro caso podemos citar “cambiar diametralmente de vida” como forma metafórica.
35. Conferencia pronunciada por Ángel Ferrant (1890 – 1961) en el Instituto Cardenal Cisneros de Barcelona, el 8 de julio de 1936, catálogo de la exposición monográfica de Ferrant en el Museo NCA Reina Sofía de Madrid, 1999, p.7
36. Fajardo Aguirre, A. Op. cit., p. 132.
37. El lenguaje visual ha sido desarrollado y muy utilizado desde comienzos de la Humanidad. Es a partir del siglo XVII, cuando se generaliza en Europa la creación de Academias para su estudio y enseñanza reglados, si bien hasta finales del siglo XX, no entra a formar parte de los estudios universitarios. Como quiera que los lenguajes especializados se han formalizado en estudios lexicográficos por especialistas de cada una de las materias, por la falta de tradición universitaria, cabe constatar la idea de los especialistas en Bellas Artes, de que el lenguaje visual no necesita expresiones ajenas al mismo. Tal vez sea esta la causa de la falta de atención por parte de los especialistas lingüísticos acerca del léxico que nos es propio. No obstante en toda regla cabe la excepción. M. Alvar hace un interesante estudio de los Diccionarios de Arte, tomando como ejemplo el de José Luis Morales, del que dice: “un 23,16 por 100 de los términos allegados como específicos de unas actividades muy precisas faltan en nuestro diccionario normativo. Evidentemente, el resultado nos habla de la riqueza de trabajos como éste; más aún, de lo necesarios que son para disponer de un caudal léxico que nunca es suficiente para los estudios etimológicos, de historia de la lengua, de historia cultural, de lexicografía, de lexicología y de cuantas actividades científicas tengan que ver con el mundo que se apoya en el conocimiento de la palabra y las palabras”, La lengua de..., p. 148.
38. Jiménez Serrano, O. Op. cit., p. 278.